Según la Estrategia Europea del Suelo 2050, en relación con el cambio climático, estos dos tipos principales de suelos desempeñan un papel importante:
– Los suelos orgánicos (incluidas las turberas) tienen un alto contenido de carbono, superior al 20% en peso seco, y cubren el 8% de la UE. Las turberas son humedales terrestres en los que las condiciones de anegamiento impiden que el material vegetal se descomponga completamente. Sólo el drenaje de las turberas en todas las categorías de tierras en Europa emite alrededor del 5% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Las emisiones de los suelos orgánicos cultivados aún no han disminuido de forma significativa debido a la continuación de prácticas de cultivo perjudiciales. Sin embargo, la restauración de los suelos orgánicos drenados podría reducir significativamente las emisiones de CO2 de la tierra, lo que conlleva numerosos beneficios colaterales para la naturaleza, la biodiversidad y la protección del agua.
– Los suelos minerales tienen un contenido de carbono inferior al 20%, aunque en general es inferior al 5%. Cada año, los suelos minerales bajo las tierras de cultivo pierden alrededor de 7,4 millones de toneladas de carbono, causadas, entre otras cosas, por las prácticas agrícolas insostenibles. Sin embargo, esa reserva de carbono es la «cuenta bancaria» de los agricultores y silvicultores en términos de capital natural. Es esencial no agotarla, ya que el contenido de carbono es la base de la biodiversidad, la salud y la fertilidad del suelo. Además, el secuestro de carbono en los suelos minerales, aunque depende del tipo de suelo y de las condiciones climáticas, es un método rentable de mitigación de emisiones con un potencial significativo para secuestrar entre 11 y 38 MtCO2eq anuales en Europa si se aplican a mayor escala en las tierras de cultivo una serie de prácticas de gestión que ya han sido identificadas. Muchas de estas prácticas son rentables. Los silvicultores también tienen importantes oportunidades para adoptar medidas que mejoren simultáneamente la productividad forestal, la función de sumidero de carbono y las propiedades saludables del suelo. El sector bancario y financiero está cada vez más interesado en invertir en aquellos agricultores que aplican prácticas sostenibles y aumentan el carbono del suelo, así como en crear incentivos de mercado para el almacenamiento de carbono. Está demostrado que la agricultura del carbono puede contribuir de forma significativa a los esfuerzos de la UE para hacer frente al cambio climático, pero también aporta otros beneficios colaterales, como el aumento de la biodiversidad y la preservación de los ecosistemas.