El término «glomalina» se utilizó originalmente para describir un hipotético producto génico de los hongos micorrícicos arbusculares (HMA) que se suponía que era una glicoproteína casi ubicua, termoestable y altamente recalcitrante, depositada en los suelos en grandes cantidades, y que se consideraba que indicaba la salud y la calidad del suelo. Se definió operativamente como la fracción de materia orgánica del suelo (MOS) extraíble por un tampón de citrato caliente y evaluada por el ensayo de Bradford o por la reactividad cruzada con el anticuerpo monoclonal MAb32B11. Posteriormente, se reconoció que los extractos contenían una variedad de compuestos, incluidos algunos de origen no HMA, reactivos de forma cruzada tanto con el ensayo de Bradford como con el anticuerpo monoclonal. Esto llevó a volver a describir las MOS pertinentes (y todavía sólo definidas operativamente) como «proteínas del suelo relacionadas con la glomalina (PSRG)», aunque sin ningún cambio sustancial en los conceptos subyacentes. En consecuencia, surgió una gran confusión en este ámbito entre los investigadores de las ciencias del suelo, las plantas y el medio ambiente. La glomalina o la PSRG (que a menudo se utilizan indistintamente) se han relacionado anteriormente con diversas características del suelo, como la estabilidad de los agregados del suelo, el tamaño de las reservas de C y N del suelo, el secuestro de metales pesados y el alivio de diversas tensiones de las plantas. Las concentraciones de PSRG en el suelo a menudo, pero no siempre, se han correlacionado con la biomasa de HMA medida por enfoques alternativos (principalmente microscópicos).
La formación, deposición y/o descomposición de las PSGR en el suelo parece depender en gran medida de una multitud de interacciones entre las plantas, los HMA y otros microorganismos del suelo, incluidos los procariotas. La estructura química de las PSRG extraídos del suelo sigue siendo poco clara y generalmente compleja. Esto se debe al modo inespecífico de su extracción y purificación, así como a la gran variedad de enfoques analíticos que se han utilizado hasta ahora para evaluarla. La investigación futura debería dilucidar la composición exacta de esta fracción de MOS definida operativamente, los controles sobre su producción y acumulación en los suelos, y su papel exacto en la ecología del suelo en general y en las redes alimentarias del suelo en particular. Además, deberían establecerse herramientas novedosas e independientes para evaluar de forma más específica (en comparación con los actuales ensayos de glomalina) la biomasa y el funcionamiento de los HMA en las raíces y el suelo, así como su participación en los procesos edáficos.
Holátko J; Brtnický M; Kučerík J et al. 2020 Soil Biology and Biochemistry
https://doi.org/10.1016/j.soilbio.2020.108116