Para que un suelo se considere fértil es necesario que pueda aportar las condiciones óptimas para el crecimiento y el desarrollo de las plantas y otros organismos del suelo. El suelo debe entenderse como un sistema complejo con propiedades físicas, químicas y biológicas que son de capital importancia para el desarrollo óptimo de los cultivos. La fertilidad en sí misma es el resultado de la interacción entre las propiedades físico-químicas y biológicas del suelo.
Para el correcto desarrollo de cualquier cultivo, es necesario que el suelo en el que crece disponga, además de otros parámetros, de los nutrientes necesarios o en caso contrario será necesario aportarlos de forma exógena en forma de fertilizante.
Los elementos más demandados por los cultivos agrícolas son nitrógeno, fósforo y potasio, implicados en el crecimiento, floración y fructificación de las plantas. Debido a esta demanda continua, los suelos suelen presentar deficiencias de los mismos tras un tiempo. Mediante el uso de los fertilizantes se suministran estos elementos además de otros con el fin de suplir dicha deficiencia y al mismo tiempo permitir un uso más intensivo para obtener rendimientos superiores. Es necesario llegar al equilibrio entre la extracción de nutrientes del suelo por parte de los cultivos y el aporte externo o bien la generación interna mediante microorganismos. El balance de nutrientes resulta de la diferencia entre la cantidad de nutrientes que entran y que salen del agrosistema. Normalmente consideramos este balance en la capa del suelo explorada por las raíces en periodos anuales.
Actualmente, se está produciendo un consumo anual de unas 7.000 millones de toneladas de fertilizantes en todo el mundo, una media de 137 kh/Hectárea (https://datos.bancomundial.org) Además, este consumo está aumentando con una tasa de aproximadamente el 2% anual, lo cual genera varios problemas, como la contaminación de suelos y acuíferos por el uso indiscriminado de estos fertilizantes, salinización de los suelos o la propia contaminación generada durante el proceso de producción de estos fertilizantes como es la emisión de gases de efecto invernadero.
De aquí que la mejora del suelo es un pilar fundamental de la agricultura del siglo XXI, una agricultura que debe combinar la sostenibilidad y la rentabilidad económica. Con este objetivo, Clean-Biotec tiene entre sus principales líneas de investigación, el mantenimiento de la fertilidad de los suelos reduciendo o eliminando los fertilizantes de origen industrial y sustituyéndolos por biofertilizantes a base de microorganismos autóctonos y micorrizas incorporados en materia orgánica, y logrando así el equilibrio entre los nutrientes retirados por los cultivos y los incorporados en materia orgánica o generados por microorganismos.
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